Los meses de agosto y septiembre resultan cruciales para los fabricantes y constructores de piletas, ya que son el último tramo antes de la temporada de verano. La pandemia y los sucesivos aislamientos provocaron un aumento de la demanda más alto que lo normal y, también, de las exigencias sobre la terminación y la tecnología a incorporar.
Según pudo averiguar este medio, el costo de construcción de una pileta estándar ronda el millón de pesos. Sin embargo, Juan Pablo Peña, titular de Piscinas Funes, aclaró que “el precio final depende en gran parte del lugar en el que haya que trabajar”. Según explicó el empresario, no es lo mismo construir en un espacio en el que ya hay una casa construida que en un predio al que se puede acceder con maquinaria y materiales de forma directa.
Peña detalló que una pileta estándar, generalmente mide unos 8 metros de largo por 4 de ancho, y consta de un piso de hormigón y paredes de treinta centímetros de espesor, con columnas de hormigón intercaladas cada un metro y medio. Además, cuentan con una vereda de hierro y hormigón que funciona a modo de encadenado superior.
La tendencia en cuanto al precio y al producto final han variado mucho con el correr de los años, los avances técnicos y los vaivenes de la economía. “No se puede comparar lo que se cobra hoy con lo que se cobraba hace quince años. Cuando empecé en el 2005, una pileta de 8 metros por 4 metros, con una vereda de 50 centímetros, equipada únicamente con un filtro y bombeo, se podía cobrar 10 mil dólares. Hoy no podríamos cobrar eso ni por asomo”, afirmó.
En lo que refiere a la demanda, el crecimiento poblacional de la ciudad juega a favor de los constructores. Piscinas Funes actualmente tiene turnos dados hasta enero y entrega entre tres y cuatro piletas por mes. “El año pasado fue todavía más intenso que éste. Al no pensar en proyectar vacaciones, la gente se vio encerrada y con algo más de plata en el bolsillo”, explicó Peña.
