Una multitud lo esperó en la entrada del pueblo con banderas, camisetas albicelestes, y cantos que emocionaron al propio técnico. Entre abrazos, aplausos y lágrimas, Scaloni saludó a su gente, con la humildad que lo caracteriza, pero sabiendo que cada paso que da por su tierra natal es historia viva.
«¡Grande, Lio!», «Gracias por tanto», «Sos eterno», fueron algunos de los gritos que se escucharon en el cálido recibimiento. La plaza principal se llenó de emoción y orgullo, en un festejo que ya es costumbre cada vez que el DT regresa a casa.
Pujato no olvida, y celebra. Porque cada vez que Scaloni vuelve, vuelve un pedazo de la gloria argentina.