En un momento de gran tensión en los mercados y de clima político convulsionado a días de las elecciones en la Provincia de Buenos Aires, el distrito electoral de mayor peso donde el kirchnerismo pone todo su aparato a jugarse el “todo o nada” y donde Javier Milei enfrenta su primer plebiscito de medio término, la presencia de Miguel Boggiano en Funes resultó más que oportuna.
Convocado por la Asociación Empresaria de Funes (AEF), el economista libertario, CEO de Club de Inversores e integrante del consejo de asesores del presidente, combinó un análisis político y económico con advertencias concretas para el sector empresario. Y lo hizo en su estilo frontal, el mismo que expone en X, donde antes de la charla escribió: “Muchísimos periodistas se cansaron de llamar ‘pecho frío’ a Messi. Hoy muchísimos periodistas atacan a Milei y su gobierno. La última palabra la tiene la gente en las urnas. No se dejen atemorizar por los que se quedaron sin pauta.”
—En el Santa Fe Business Forum los empresarios coincidieron: con un dólar planchado y un costo argentino por las nubes no son competitivos. ¿Cómo se corrige esta ecuación?
—Quitar regulaciones es un camino, pero el Congreso ha frenado decretos clave. A su vez, la baja de la inflación dejó al descubierto muchas ineficiencias dentro de las empresas. Muchas pymes van a quedar en el camino y la eficiencia ya no es una anécdota: es la diferencia entre sobrevivir o desaparecer.
—¿Quiénes pueden ser eficientes en este contexto?
—Depende de la capacidad de adaptarse. Hay compañías que saben qué inversiones necesitan para bajar costos, pero todavía no se animan. La decisión política y la confianza en el rumbo económico son decisivas.
—¿Qué cambiaría para el Gobierno si logra un buen resultado en las elecciones de medio término?
—Aunque no alcance la mayoría propia, podría transformarse en la primera minoría: unos 90 diputados y cerca de 20 senadores. Eso le daría más margen para negociar y ceder menos. Y si el oficialismo logra repetir una buena elección, la oposición no podrá desconocer que existe un mandato popular para avanzar con las reformas que el país necesita.
—¿Dónde hay que apuntar para bajar el costo argentino?
—Al gasto. Y no solo a nivel nacional: la motosierra tiene que llegar también a provincias y municipios. Sin eso no hay margen para reducir impuestos. Lo hablé directamente con el presidente: para lograrlo se necesitan gobernadores propios. Cuando una provincia logre bajar su gasto podrá atraer empresas frente a otra que mantenga impuestos altos. Allí se dará la verdadera competencia fiscal.
—¿Las provincias están acompañando esa lógica?
—No. Ni provincias ni municipios bajaron un centavo. Algunos incluso se aprovecharon de la baja de Nación para subir sus gastos. Por eso los reclamos de baja de retenciones del campo están mal dirigidos: no es al presidente a quien deben pedírselo, sino a los gobernadores. Si ellos no bajan el gasto, no puede haber milagros.
—Había provincias dialoguistas con las que el presidente no supo tener puentes. Parte de ellas hoy forman Provincias Unidas. ¿No cree que fue un error político del Gobierno?
—Para nada. ¿Para qué se iba a asociar Milei con Pullaro o Llaryora si lo único que quieren es seguir gastando? El verdadero desafío es tener gobernadores propios, porque solo así se puede bajar el gasto en serio. Y no hablo en abstracto: Córdoba, Santa Fe o La Pampa deberían mirar sus cuentas. Quieren que bajen retenciones, pero si no reducen su gasto, no hay cómo hacerlo.
—Usted sabe que en economía las expectativas juegan un papel central. Y en este momento no son las mejores.
—Es cierto. La economía no es solo técnica, también es emoción. Y la emoción más fuerte en Argentina es el miedo. Los medios alimentan ese clima de temor: publican todos los días notas negativas contra el gobierno. Ese machaque genera psicosis, instala desconfianza y hasta empuja el dólar. En el fondo, muchos de esos medios lloran porque ya no tienen las pautas oficiales que antes los sostenían, y por eso redoblan el ataque.
—El Tesoro intervino en el mercado de cambios. ¿Fue la jugada correcta?
—Sí. Fue una decisión táctica. Y aclaremos: no fue el Banco Central, fue el Tesoro. Electoralmente no convenía que el dólar se acercara al techo de la banda. Además, el Banco Central hoy tiene poder de fuego: podría comprar todos los pesos que circulan en la economía.
—Usted habla solo de circulante, no de depósitos.
—Exacto. Hablo de los billetes y monedas en circulación. Ni M2 ni M3: los depósitos no pueden contarse dos veces, porque no todos podemos ir al mismo tiempo a comprar dólares con el mismo peso.
—En la Provincia de Buenos Aires, distrito clave, ¿qué escenario electoral prevé?
—En 2023 hubo 111% de inflación y 41% de pobreza. Hoy la inflación se proyecta en 25% y la pobreza bajó a 31%. Me cuesta imaginar un escenario de “paliza” contra el gobierno en Buenos Aires, aunque el aparato de intendentes juegue fuerte.