La sucesión de robos en barrios cerrados del área metropolitana encendió nuevamente las alarmas entre vecinos y administraciones. En Los Álamos, Ibarlucea, un club de campo de 28 hectáreas, delincuentes maniataron a un empresario y sustrajeron 40 mil dólares. Pese a contar con cámaras perimetrales, el episodio dejó interrogantes: los vecinos aún no recibieron un informe oficial de seguridad, circulan versiones dispares sobre la mecánica del hecho pero al menos quedó registrado el momento en que se violó el cerco, aunque la alarma no se activó.
En Piñero se produjo otro robo de similares características, mientras que en el Barrio Vida de Funes, delincuentes ingresaron al predio tras romper el cerco perimetral, bajo la misma modalidad. En este caso no lograron concretar el delito.
La reiteración de hechos reabrió la discusión sobre la eficacia de los sistemas de control, más aún cuando en los countries con guardia 24 horas la seguridad representa más del 50% del total de las expensas.
Consultado por El Occidental, Juan Manuel Acedo, titular de A&T Computer, sostuvo que el contexto social y cultural de la región “es proclive a que estos hechos sucedan” y remarcó que “los barrios privados no están exentos”. Según explicó, la seguridad de un barrio debe concebirse en anillos de protección: cuantos menos anillos tenga, más vulnerable se vuelve. Revisar los tejidos, la iluminación, las podas y los obstáculos que puedan afectar el normal funcionamiento de los sistemas electrónicos es fundamental, porque cada detalle puede convertirse en una vulnerabilidad que los delincuentes detectan.
Para el especialista, los sistemas de seguridad no fallan por insuficiencia tecnológica, sino por falta de mantenimiento preventivo y correctivo. “Los delincuentes no superan la tecnología en sí, pero muchas veces aprovechan fallas por falta de actualización, descuidos en la operación o deficiencias en la supervisión”, advirtió. También señaló que en la mayoría de los casos existe inteligencia previa: “El análisis de las grabaciones permite ver que los ingresos no fueron al azar, sino planificados por grupos organizados”.
En paralelo, en varias reuniones de consorcio reapareció el debate sobre la instalación de cercos eléctricos como medida disuasiva. Algunas empresas de seguridad lo ofrecen, aunque existe fuerte resistencia por lo poco claro que resulta el marco de responsabilidad de un barrio ante una eventual descarga. En el caso de A&T Computer, la compañía no lo incluye entre sus alternativas y orienta su propuesta a tecnologías más avanzadas, como cámaras con inteligencia artificial, drones de vigilancia, robots, cámaras convencionales y térmicas, que permiten detección temprana, reducción de falsas alarmas y mayor capacidad de respuesta.