La mayoría de los jóvenes que asisten a escuelas estatales no logra ingresar a la universidad

Un informe de IDESA asegura que de cada 100 jóvenes que ingresan a la secundaria, sólo el 30% culmina a tiempo en escuelas estatales

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El nuevo ajuste fiscal implementado tiene como objetivo que el gasto público crezca por debajo de la inflación. En respuesta, la oposición aprobó una ley que establece que el gasto en universidades nacionales debe recuperarse en términos reales al nivel de 2023 y ajustarse a la inflación en el futuro. El presidente, sin embargo, vetó esta ley, argumentando que compromete el equilibrio fiscal, un objetivo clave para lograr la estabilidad macroeconómica.

La oposición ha amenazado con invalidar este veto mediante una nueva sanción de la misma ley, argumentando que las universidades nacionales son un motor de movilidad social. Existe una percepción general en la sociedad de que, gracias a la educación pública gratuita, los jóvenes de familias de bajos ingresos pueden mejorar su situación social.

Desafortunadamente, no se dispone de datos sobre la procedencia de los estudiantes universitarios. Sin embargo, se pueden obtener indicios a partir de las tasas de egreso de la secundaria.

Según la Secretaría de Educación, por cada 100 jóvenes que inician la secundaria:

  • El 30% culmina a tiempo en escuelas estatales
  • El 15% lo hace en escuelas privadas
  • El 55% restante no termina a tiempo, y el 90% de ellos (48% del total) proviene de escuelas estatales

Estos datos evidencian que la mayoría de los estudiantes de colegios estatales enfrentan serios problemas de aprendizaje, lo que limita sus posibilidades de acceder a la educación superior. Así, la matrícula universitaria refleja un sesgo hacia quienes completaron la secundaria en instituciones privadas, sugiriendo que las universidades, más que ser un medio de movilidad social, actúan como un mecanismo de transferencia de recursos a los sectores más privilegiados.

Un aspecto que afecta directamente el rendimiento universitario es el deterioro de la educación básica. Más de la mitad de los jóvenes no terminan la secundaria a tiempo, y las evaluaciones de calidad indican que muchos egresados tienen un conocimiento muy limitado. En estas condiciones, la contribución de las universidades a la movilidad social es baja, y una parte significativa de su presupuesto beneficia a estudiantes provenientes de familias que pueden costear una educación básica privada. Para que las universidades efectivamente promuevan la movilidad social, es crucial mejorar la calidad de la educación básica, así como realizar las transformaciones necesarias en la educación superior.

Tanto la gestión de las escuelas de educación básica como la de las universidades no dependen directamente del gobierno nacional. Las provincias son responsables de las escuelas primarias y secundarias, mientras que las universidades nacionales gozan de autonomía desde la Reforma Universitaria de Córdoba de 1918.

Aunque el Estado nacional no puede influir de forma directa, puede hacerlo indirectamente al fortalecer la producción y difusión de datos sobre educación, lo que permitiría a la sociedad presionar a gobernadores y rectores para mejorar la gestión educativa.

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