Amigos inseparables desde hace dos décadas, el empresario Néstor Rozin hospedó la semana pasada a los populares cocineros Dolly Irigoyen y Christophe Krywonis en su casona de Kentucky Club de Campo.
Amante de la buena cocina, el titular de Rogiro Aceros junto a su pareja, la abogada Liliana Molina Soljan, organizaron un tour gastronómico que involucró a los míticos restaurantes Picado Fino -Pellegrini al 3100- y Refinería, de Puerto Norte.
Anfitrión como pocos, Rozín se encargó además de llevar a su entrañable compañero francés a la Rotisería Sagitario, negocio que tomó como caso de éxito a imitar para una cadena de rotiserías porteña que asesora el chef y que estaría presta a desembarcar en tierras rosarinas.
Las vacaciones con el infatigable empresario y su blonda novia, también comprendieron unos días de relax en un centro de salud, donde los mediáticos cocineros aprovecharon para desintoxicarse y perder algunos kilos imposibles de esconder ante las impiadosas cámaras. Pero un llamado desde la producción de Bake Off adelantó el regreso presuroso de Dolly, para la firma del contrato que formaliza su participación como jurado del certamen gastronómico. Mientras el galo regresó con la pareja anfitriona para agasajarlos con típicos platos de invierno en la casa de Kentucky.
Las productivas jornadas “salpimentadas” entre descanso y negocios, tuvieron además un objetivo muy caro al empresario: capitalizar el asesoramiento del icónico chef para montar la mejor cocina que destaque al restaurante de su hotel “Fideicomiso Sol de Funes”, una suerte de aula magna que atraiga a paladares exigentes. Sin dudas, el agudo hombre de negocios prepara una apuesta a la alta escuela acorde a la jerarquía del complejo hotelero.