Latinoamérica tiene un «enorme problema» con el sector privado, con compañías que se aprovechan de una comodidad excesiva en sus relaciones con los gobiernos pero fallan a la hora de invertir lo suficiente en investigación y desarrollo, según asegura Mariana Mazzucato, profesora de Economía en University College London y asesora de los gobiernos de Brasil, Barbados y Colombia.
«Se han beneficiado de grandes rentas y subsidios, algunas de esas rentas eran naturales y otras fruto del proteccionismo o el nepotismo«, explica a Financial Times en una entrevista esta economista italo-americana-británica, durante una visita a Colombia. «Creo que uno de los mayores retos consiste en conseguir que el sector privado haga su trabajo, el de ser un capitalista en el sector privado», añade.
Argumenta que las economías latinoamericanas han estado dominadas por «monopolios muy fuertes» que han obtenido beneficios excesivos. Esta afirmación está respaldada por un informe regional de Naciones Unidas, que asegura que los mercados latinoamericanos tienden a estar controlados por un pequeño número de compañías de gran tamaño con un elevado nivel de poder.
Cree que los gobiernos deberían desarrollar estrategias orientadas a objetivos de forma coordinada entre los ministerios y los sectores industriales. Considera que esas estrategias podría ayudar a solucionar desafíos concretos, como la movilidad sostenible, o añadir valor a la exportación de materias primas de forma respetuosa con el medio ambiente. En su opinión, esas vías son más eficaces que las ayudas a industrias específicas.
Mazzucato cree que unos estados más fuertes y empoderados pueden utilizar herramientas como las ayudas públicas, la inversión o la propiedad intelectual, para dirigir su estrategia. Cita el desarrollo por parte de Alemania del acero verde, gracias a la puesta en marcha de préstamos relacionados con tecnologías amigables con el medio ambiente por parte de su banco de desarrollo KfW.
Intervención pública
Mazzucato no comparte la idea de que una mayor intervención gubernamental represente un riesgo concreto para América Latina, una región con instituciones relativamente débiles y altos niveles de corrupción. «El norte global mira de forma muy condescendiente hacia el sur global, ya sea África o América Latina y siempre ve mucha corrupción», insiste. «Hay una enorme cantidad de corrupción, pagada y legal, en Estados Unidos, en los lobbies, en Reino Unido… no hay más que leer los periódicos».
Mazzucato destaca la decisión del presidente izquierdista de Colombia, Gustavo Petro de paralizar las nuevas prospecciones de petróleo y minería para que la economía dependa más de otros sectores como la agricultura o el turismo sostenible. Los empresarios colombianos se quejan de que Petro está perjudicando la economía porque este cambio se está produciendo de una manera demasiado rápida y ha frenado de forma drástica el crecimiento económico.
Las políticas de Petro contrastan con las de los gobiernos de otros grandes países de la región, como Brasil, Argentina, Guyana y Venezuela, que han aumentado la producción de petróleo y gas para maximizar los beneficios estatales antes de que el mundo deje de lado totalmente los hidrocarburos.
«La narrativa colombiana es más consistente si el país se muestra serio con el cambio climático […] pero su modelo sólo funcionará con una estrategia interministerial», explica Mazzucato, en alusión a una política más efectiva y coordinada dentro del gobierno.
La economista argumenta que un liderazgo económico fuerte por parte del Estado para afrontar determinados desafíos es más importante que el hecho de que una industria en concreto esté en manos públicas o privadas. Cuando no existe un liderazgo público «tienes a un sector privado quejándose de los impuestos, cómodamente sentado a la espera de beneficios y eso no funciona», asegura.
Un reciente informe de Cepal y la OCDE destaca la lentitud de la inversión pública y privada en la mayoría de los países de América Latina y los bajos niveles de ahorro. Explica que las inversiones totales apenas contabilizaron una media del 20 % del Producto Interior Bruto (PIB) en 2022, frente al 23 % que supone en las economías de alto nivel de renta y del 40 % que alcanzaron en los países emergentes y los países en desarrollo del sudeste asiático.
Mazzucato cree que la abundancia de recursos hídricos que tiene América Latina, la extraordinaria biodiversidad y su capacidad para luchar contra los efectos del cambio climático son sus mejores bazas económicas de la región. Su consejo para que esas oportunidades sean convenientemente aprovechadas: «Hay que convertir los retos sociales y económicos en la mayor ola de inversiones públicas y privadas de la historia; pero esto nunca ocurrirá sin el Estado… y la nueva dinámica con el sector privado, que no es parasitaria, sino simbiótica».