Durante la madrugada de Navidad se produjo un robo en el barrio Cadaqués, un episodio que continúa en etapa de investigación judicial pero que ya arrojó avances concretos en la detección de los sospechosos a partir del análisis de imágenes del sistema público de videovigilancia.
Fuentes vinculadas a la causa confirmaron que las cámaras municipales de última generación, permitieron reconstruir movimientos y recorridos y ya aportaron información relevante para identificar a los presuntos autores del hecho.
En paralelo, el caso abrió un análisis técnico profundo sobre el funcionamiento del sistema de seguridad del barrio. Especialistas en seguridad privada y empresas del sector, consultados para este informe, coinciden en que la carencia de una barrera infrarroja perimetral integrada a las cámaras fue un factor determinante de vulnerabilidad. Este tipo de tecnología —basada en haces infrarrojos invisibles que conforman un “muro virtual”— permite detectar la intrusión en el mismo momento en que se viola el cerco, generando una alerta automática.
Según explican los técnicos, ese sistema debe funcionar como primera línea de detección, en conjunto con las cámaras. La ausencia de este esquema —conocido en el sector como doble cerco o doble sistema de detección— deja al perímetro expuesto: si una tecnología no responde, no existe un respaldo que actúe de manera inmediata.

A esta falencia se suma otro aspecto señalado por los especialistas: la obsolescencia tecnológica. En seguridad, advierten, los sistemas requieren actualización permanente. “Funciona igual que cualquier otra tecnología: un sistema instalado hace diez años no tiene las prestaciones, la velocidad ni la capacidad de respuesta de uno actual”, explican. Sin esa actualización, las alertas pueden no emitirse o llegar tarde.
En ese contexto aparece un punto sensible del análisis. Todos los especialistas consultados coinciden en que un hecho de estas características no puede realizarse sin información previa obtenida desde el interior del barrio. La selección precisa de viviendas que se encontraban deshabitadas, sumada al conocimiento del funcionamiento del sistema de seguridad, indica un nivel de inteligencia que difícilmente pueda obtenerse desde el exterior. Esta hipótesis —aclaran— no implica responsabilidades concretas, pero sí forma parte de los patrones habituales en robos planificados en barrios cerrados y es una de las líneas que se evalúan.
Otro factor técnico relevante es la conectividad. Para que una alerta infrarroja o una señal de cámara sea efectiva, debe transmitirse en tiempo real al centro de monitoreo. En ese circuito, la fibra óptica es considerada hoy indispensable. Cuando esa infraestructura no está garantizada, explican desde el sector, no se asegura que la alerta llegue a los operadores de guardia, aún cuando el perímetro haya sido vulnerado.
El contraste aparece al observar otros desarrollos de la región. Barrios como Vida, Miraflores y el polígono Ciudad Industria, son señalados por el sector como los que hoy operan con seguridad de última generación.
Con la investigación aún en curso y avances concretos en la identificación de los sospechosos, el caso de Cadaqués vuelve a instalar una discusión de fondo para los barrios cerrados y los desarrollos urbanos: “la seguridad depende cada vez más de sistemas integrados, y ante todo actualizados. Hoy no te sirve un celular de hace 10 años, la tecnología en seguridad tiene la misma lógica”, comentaron desde una empresa líder.












