Según un Informe de IDESA, el instituto de estudios económicos y sociales dirigido por el economista Jorge Colina, en las últimas semanas el dólar paralelo se mantuvo relativamente estable en torno a los $200 y un contexto económico transitorio indica que podría continuar así por algún tiempo más, aunque precisan desde IDESA que con seguridad esta tendencia tiene fecha límite.
La relativa tranquilidad que se viene observando en el tipo de cambio está relacionada con una mayor oferta transitoria de dólares de la cosecha, que se da entre abril y agosto, y no con un ordenamiento fiscal y monetario o una mejora en la confianza.
El dólar paralelo se mantiene relativamente estable desde hace semanas como consecuencia de eventos transitorios que dan un poco de tranquilidad a los mercados cambiarios: por un lado, el ingreso de dólares por la liquidación de las cosechas del agro, impulsado además por precios internacionales elevados, y por otro, el desembolso del acuerdo con FMI obtenido a fines de marzo.
Con un tipo de cambio en “paz” surge el incentivo del “carry trade”. Esta operación consiste en transformar dólares en una inversión temporal en pesos a una alta tasa de interés, para después volver a dolarizarse y obtener así una alta ganancia en dólares.
Con elevadas tasas de inflación, el instrumento financiero más atractivo para realizar esta maniobra es la compra de bonos CER, que están indexados a la inflación. Por lo que, el gobierno aceleró la colocación de este instrumento, ya que esta deuda es la mejor estrategia que tiene para conseguir financiamiento voluntario y disminuir la emisión monetaria. En 2019 este tipo de deuda representaba un 7% del total de deuda pública, habiendo ascendido en la actualidad al 19% del total.
Si hay un evento que genere una situación de desconfianza que lleve a los fondos que invierten en estos bonos indexados por CER a salir a liquidarlos, el banco central deberá emitir y el impacto sobre el dólar será potente. El peligroso círculo vicioso de mayor emisión para pagar un mayor costo monetario de la deuda en pesos, crea las condiciones para que se genere una nueva escalada cambiaria.
Si el gobierno no logra acumular suficientes dólares en este periodo, la desconfianza y las presiones sobre el mercado cambiario podrían volver a ser muy fuertes al inicio del segundo semestre del año, cuando el ritmo de liquidación de exportaciones vuelve a descender y frente a un panorama más complicado para el cumplimiento de las metas con el FMI, incluso el cumplimiento de la meta monetaria del segundo trimestre ya podría ser ajustado, dado que el 65% del techo de emisión fijado para ese periodo ya se consumió.
Esta situación podría dar fin a las operaciones de especulación financiera de los últimos meses y desembocar en el inicio de una nueva y potente escalada cambiaria, acompañada e impulsada por elevada inflación y emisión monetaria.