La crisis en el sector lácteo santafesino suma un nuevo capítulo con la grave situación que atraviesa la empresa Verónica. Con más de 700 empleados en vilo y una paralización casi total de actividades, el conflicto refleja las tensiones que afectan a la industria láctea en un contexto de caída de consumo interno, presión sobre los costos y exportaciones con baja rentabilidad.
Desde el 13 de mayo, es decir, un mes, los trabajadores llevan adelante una retención de crédito laboral que, a medida que la crisis se profundiza, se ha extendido a 8 horas por turno. A esta fecha, la empresa aún adeuda el 7,8% de los salarios de abril y la totalidad de los sueldos de mayo. “Vamos al puesto de trabajo, pero no hay producción, no hay jerárquicos, no hay respuestas”, expresó Rodolfo Rodríguez, uno de los operarios, graficando la desolación en la planta.
Lejos de encontrar una solución, las instancias oficiales de conciliación no arrojaron avances. Las audiencias realizadas en el Ministerio de Trabajo de la Nación y con autoridades provinciales concluyeron en “exhortaciones generales al diálogo”, sin propuestas concretas. Si bien las plantas no se encuentran bloqueadas, la actividad productiva es prácticamente nula
La planta Clason, ubicada a 82 kilómetros de Rosario, es la más antigua y con mayor variedad de productos elaborados dentro del grupo Verónica. Allí se producían quesos de todo tipo, manteca, crema, dulce de leche y productos untables. En tiempos normales, la empresa procesaba entre 700.000 y 1,2 millones de litros de leche diarios en sus tres plantas (Clason, Lehmann y Suardi). Hoy, la producción apenas roza los 200.000 litros y sigue cayendo.
Más allá de la crisis actual, Verónica ha tenido una performance destacada en materia de comercio exterior. Entre 2020 y abril de 2025, la firma exportó por más de 102 millones de dólares, con Argelia como destino principal y la leche entera en polvo como producto estrella. En el año 2020, en plena pandemia, alcanzó ventas externas por 19,7 millones de dólares. En 2024, tras una baja en 2023, el repunte llevó la cifra anual a 18,4 millones.
Es por esto que los trabajadores aseguran que los salarios pueden ser abonados por la compañía, a pesar de los problemas que actualmente atraviesa la firma. Cheques rechazados a productores, falta de pago en las oficinas de Totoras y una creciente incertidumbre financiera son hoy los inconvenientes que Verónica debe gambetear, teniendo además como su principal acreedor al Banco Nación, con más del 30% de las acreencias.
El impacto social también es significativo: En Totoras, una localidad de 14.000 habitantes, alrededor de 200 familias dependen directamente de la planta. A esto se suman empleados de Clason, San Genaro y Lehmann. En tiempos de pandemia, desde Clason llegaron a salir hasta 23 camiones diarios, mayormente con leche larga vida. A medida que avanza junio, los tamberos que aún llevaban leche dejan de hacerlo, y las plantas lucen prácticamente vacías.
Ya en 2019 la empresa había amenazado con acogerse a un Procedimiento Preventivo de Crisis (PPC) que finalmente no se concretó, aunque sí hubo reducción de personal. A pesar de esos altibajos, los años 2020 a 2022 fueron de fuerte expansión en exportaciones, lo que genera interrogantes sobre la gestión de los ingresos y su distribución en la estructura operativa.
Desde el Ministerio de Capital Humano de la Nación, en su intervención más reciente, se limitaron a exhortar a las partes a buscar “canales adecuados de diálogo”. Sin embargo, los empleados esperaban más que una formalidad. “Pensamos que el Ministerio era justamente ese canal. No nos dieron herramientas reales para destrabar esto”, remarcan desde la planta, sin demasiadas esperanzas de que la situación tenga un necesario golpe de timón.
