¿Está Joe Biden a punto de abandonar la carrera presidencial de 2024?

El presidente estadounidense sigue creyendo que es el hombre que puede derrotar a Trump, pero cada vez son más los miembros del partido que discrepan.

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Debate entre el presidente estadounidense, Joe Biden (derecha) y su predecesor en el cargo, Donald Trump (izquierda).

Fuente: Expansión

El presidente estadounidense sigue creyendo que es el hombre que puede derrotar a Trump, pero cada vez son más los miembros del partido que discrepan.

El desastroso debate del presidente Joe Biden con el expresidente Donald Trump el 27 de junio reavivó la profunda preocupación que suscita su edad y desató el pánico entre los demócratas. Las peticiones para que abandonara la carrera a la Casa Blanca no se hicieron esperar.

Ciertos diputados del partido de Biden están deseando que sea sustituido. Los donantes buscan candidatos alternativos. La incómoda entrevista de Biden con ABC News el viernes no consiguió tranquilizar a sus críticos.

Días después del debate -y a sólo unos meses de las elecciones de noviembre- éstas son las preguntas clave.

¿Por qué fue tan malo el debate para Biden?

El principal punto débil de Biden a para ser reelegido es su edad. Al final de su segundo mandato, el presidente tendría 86 años y, aunque tanto la Casa Blanca como otros aliados suyos desdeñan la preocupación que genera ese dato, ese no es el caso de los votantes. Además, el informe elaborado este año por un fiscal especial, en el que se describía al presidente como un «anciano con mala memoria», ha venido a exacerbar el malestar. La campaña de Trump ha sido implacable a la hora de explotar el punto débil de Biden.

A los 15 minutos de comenzar el debate, Biden regaló a Trump nueva munición letal: a sus 81 años, olvidaba una y otra vez su discurso, perdía el hilo, confundía sus políticas y parecía aturdido y boquiabierto mientras Trump repetía afirmaciones sin fundamento, que su contrincante no rebatía. Cuando tuvo la oportunidad de atacar a Trump en relación con el aborto y los derechos reproductivos -uno de los ejes de su campaña presidencial- Biden la desaprovechó y se dedicó a hablar sobre inmigración, violación e incesto.

Una encuesta realizada tras el debate reveló que dos tercios de los votantes pensaban que Biden debía ser sustituido antes de noviembre. Desde entonces, otros sondeos han reflejado un fuerte descenso del apoyo a Biden. Trump está ahora en cabeza en todos los estados «decisivos» -Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin-, según la media calculada por el servicio de estadística política FiveThirtyEight.

¿Qué ha pasado desde el debate y qué viene ahora?

La Casa Blanca ha intentado achacar la actuación del presidente a un «resfriado» y al agotamiento. Grandes figuras demócratas, como Barack Obama y Hillary Clinton, han apoyado explícitamente a Biden, y diversos gobernadores han respaldado al presidente tras una reunión de crisis celebrada el miércoles.

Además, el bando de Biden afirmó haber alcanzado un récord de recaudación durante los cuatro días posteriores al debate. El presidente ha salido mejor parado en Carolina del Norte y Wisconsin, con discursos guionizados, si bien su entrevista del viernes con ABC News resultó incómoda.

Pero los actos con teleprompter, o pregrabados, son diferentes. En privado, diputados, empleados y grandes donantes del Partido Demócrata se han mostrado mordaces sobre la idoneidad de Biden para continuar, y han insistido en que debe dimitir de inmediato para dar al partido la oportunidad de derrotar a Trump.

Incluso los medios de comunicación estadounidenses que antes eran reacios a hablar sobre la fragilidad de Biden han publicado, desde el debate, demoledores reportajes sobre el declive del presidente.Algunos diputados del partido de Biden han exigido públicamente su dimisión. El viernes, el Washington Post informó de que el senador demócrata Mark Warner estaba reuniendo a otros senadores para que se unieran a su petición. El sábado, Angie Craig, diputada de la Cámara de Representantes por el impredecible estado de Minnesota, añadió su nombre a la lista.

Ahora sus partidarios quieren que Biden demuestre su agudeza sin los teleprompters en los que suele confiar. Pero cada instante sin guion será analizado como nunca, empezando por la cumbre que celebra la OTAN este mes en Washington.

Trump y su campaña estarán preparados para atacar, y empeñados en hacer viral -e igual de nocivo que las imágenes del desastroso debate- el próximo síntoma de ancianidad de Biden.

¿Puede ser destituido contra su voluntad?

No es fácil. Ciertos donantes esperan aún que algún líder demócrata, como Obama o Bill Clinton, pueda convencer a Biden para que abandone. Pero eso parece improbable, a pesar de que varios exfuncionarios de la Administración Obama han afirmado en las redes sociales que Biden debe irse.

Algunas personas que conocen en profundidad la situación afirman que los altos dirigentes del partido quieren que Biden tome la decisión por sí solo, pero que, en última instancia, el asunto concierne a su círculo íntimo y a su familia cercana. Hay quien lo acusa de egocentrismo por no considerar una retirada.

Cuando el presentador de ABC News, George Stephanopoulos, le preguntó cómo se sentiría en enero si Trump hubiera ganado las elecciones, Biden respondió: «Depende de si lo he dado todo o no y lo he hecho lo mejor posible; de eso se trata».

Biden está siguiendo ahora los consejos de su hijo Hunter -recientemente condenado por un delito federal por tenencia de arma de fuego-, quien, según ha trascendido, ha instado a su padre a seguir en la carrera. La opinión de la hermana de Biden es también importante.

Pero la más relevante es Jill Biden, la esposa del presidente, que se ha mostrado inflexible en cuanto a la necesidad de que Biden siga luchando, hasta el punto de enfadar a los empleados del partido y a los donantes y ganarse el sobrenombre de «Lady Macbiden». Este mes la primera dama declaró a la revista Vogue: «Nosotros decidiremos nuestro futuro».

Los donantes quieren que dimita, pero ¿importan?

«La savia de una campaña es el dinero», afirma Ari Emanuel, «superagente» de Hollywood y uno de los principales donantes demócratas.

En su victoriosa campaña presidencial de 2020, Biden recaudó más de 1.000 millones de dólares, frente a los 811 millones de Trump. La gran mayoría de ese dinero procedía de grandes donantes.

Algunos de los mayores donantes del partido han suspendido su apoyo hasta que Biden sea sustituido por otro candidato. Tanto Reed Hastings, de Netflix, como Abigail Disney y el multimillonario de las criptomonedas Mike Novogratz han pedido a Biden que se vaya.

Esto ha obligado al fundador de LinkedIn, Reid Hoffman, y al magnate de Hollywood Jeffrey Katzenberg, dos de los principales recaudadores de fondos de Biden, a instar desesperadamente a sus compañeros a mantener el flujo de dinero.

De momento, la campaña de Biden resiste, gracias en parte a los 264 millones de dólares recaudados en el segundo trimestre. Si él abandonara, sería relativamente fácil transferir ese dinero a la vicepresidenta Kamala Harris, según aseguran expertos legales.

«Ella mantendría el acceso a todos los fondos» porque ella y Biden están en la misma candidatura, pronostica Trevor Potter, presidente del Centro Legal de Campaña.

La entrega de esos fondos a otro candidato demócrata sería posible pero más complicada, y probablemente implicaría un reembolso a los donantes o la transferencia del dinero a otro comité de acción política con derecho a apoyar a un nuevo candidato.

¿Quién podría sustituirle y cómo?

Algunos demócratas temen que la retirada de Biden desencadene una guerra civil dentro de un partido que incluye un ala progresista y una moderada, que atrae a obreros y a donantes de Wall Street, y que se encuentra desgarrado en relación con la política racial y de clases.

Biden podría intentar evitarlo apoyando a Harris. Sin embargo, los donantes prefieren a la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, al gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro -ambos líderes populares en estados indecisos-, y al gobernador de California, Gavin Newsom, que ha ido construyendo su perfil nacional a lo largo de los últimos meses.

Harris cuenta con una ventaja: ya es conocida en todo el país y tiene más fácil acceso al dinero de la campaña de Biden. También contaría con el respaldo de demócratas influyentes como James Clyburn, que ayudó a conseguir votantes negros para Biden en 2020.

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