Acueducto Gran Rosario: «En 24 meses sería una solución estructural para Funes»

Un vocero de Aguas Santafesinas habló de los problemas de abastecimiento que enfrenta la ciudad y el avance de las obras que podrían solucionarlo

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Según Aguas Santafesinas, las obras correspondientes a la segunda etapa del acueducto Gran Rosario serán “una solución estructural” a los problemas de suministro de agua en Funes. Así lo confirmó Guillermo Lanfranco, vocero de la empresa. Según estimó, los trabajos llevarán 24 meses para concretarse llevando una solución de fondo a la región oeste de Rosario que involucra fundamentalmente al barrio de Fisherton y la ciudad de Funes.

El acueducto Gran Rosario abastece las localidades de Granadero Baigorria, Capitán Bermúdez y San Lorenzo, así como el norte de Rosario. Una vez terminados los trabajos que implican una inversión de 5 mil millones de pesos, se espera mejorar la provisión para Zona Oeste, incorporar Ibarlucea y Pérez, y reforzar Funes. También contempla una segunda etapa que abarcará la zona comprendida por Circunvalación hasta Provincias Unidas.

Según Lanfranco, los trabajos llevarán unos dos años en estar terminados, por lo que será necesario buscar alternativas para mantener el abastecimiento de agua hasta esa fecha. “Ya hubo experiencia de diálogo con emprendedores para buscar soluciones temporales. Una planta de ósmosis inversa en el barrio que pueda darse de baja cuando inaugure el acueducto sería una buena posibilidad”, explicó.

Más allá de los plazos estimados, actualmente Aguas Santafesinas debe lidiar con el ausentismo y la bajante del río. “Hace unos días estábamos en el 10% de ausentes”, comentó el vocero, pero la proporción de empleados que se infectan con la variante Ómicron o tienen contacto con algún portador del virus es cada vez mayor.

El problema se vuelve más crítico en los planteles técnicos, según explicó Lanfranco. “La planta necesita del personal para seguir operando”, subrayó.

Por otro lado, la bajante del río plantea un escenario complicado e inédito para la actividad de la compañía. Según el Instituto Nacional del Agua, desde 1965 no se registra un panorama como el actual. “Exige un esfuerzo de todos, de infraestructura y de gastos, Necesitamos poner bombas a un menor nivel isométrico y hay que compensar eso con recurso humano para mantenimiento”, apuntó.

Mientras tanto, el pronóstico a corto plazo para la situación del Paraná no es alentador. Lanfranco atribuyó parte de la responsabilidad sobre la bajante a que “las condiciones antrópicas de la cuenca del río han cambiado de forma permanente con la instalación de nuevas zonas productivas”.  Finalmente, remató: “Hay menos bosques y se han perdido muchos pisos húmedos”.

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