El Occidental recorrió el Club House de Kentucky junto a Juan Félix Rossetti, desarrollador del club de campo, en la antesala de su reinauguración.
El empresario relató cómo, tres años después del incendio que afectó la planta alta, el edificio fue restaurado pieza por pieza, preservando su boiserie, carpinterías y detalles originales, mientras se incorporaron nuevas estructuras, servicios y equipamiento contemporáneo para actualizar su funcionalidad sin alterar el espíritu de la casona histórica.

“El incendio fue el 18 de enero de 2022, durante el receso de verano. En ese momento yo estaba al frente de la administración del consorcio, y acompañamos todo el proceso junto al Consejo de Administración, llegando a un acuerdo con La Segunda Cooperativa de Seguros, que, por cierto, se portó muy bien. Hubo meses de trabajo para peritar y cuantificar los daños, pero finalmente se arribó a un número justo y la compañía cumplió”, recordó Rossetti.
Con los fondos asegurados, se puso en marcha el proyecto de puesta en valor y ampliación, a cargo del Estudio Di Prinzio Romano, que lideró la obra desde el inicio hasta su etapa final.
“Fue una obra enorme, en la que participamos dos administraciones y dos consejos de administración. Fue un trabajo en equipo, con la participación además de la Comisión de Arquitectura del barrio”, explicó.
Un diálogo entre historia y contemporaneidad
El Club House original era una residencia de estilo Art Nouveau, revestida con una exquisita boiserie en madera tallada que abraza paredes, chimeneas y sectores nobles del edificio.
“Esta puesta en valor implicó una recuperación integral del patrimonio: cada pieza de madera fue tratada y reintegrada; los techos, escaleras, aberturas y vitraux fueron cuidadosamente restaurados y, en los casos en que no pudieron recuperarse, se realizaron réplicas exactas de los originales, conservando la impronta artesanal de la casa”, describió Rossetti.
La intervención abarcó también la recuperación del techo de madera, las carpinterías artesanales y la escalera central, junto con la modernización de la cocina, completamente ampliada y equipada con tecnología actual.
“Cabe aclarar —añadió— que la casa tiene una reforma muy importante en la cocina, que se amplió y se modernizaron las instalaciones. Incluso funciona un montacargas que conecta directamente con la planta alta para prestar servicio al salón de usos múltiples (SUM).”
En paralelo, el proyecto incorporó mobiliario contemporáneo que dialoga con la identidad del edificio.
En la planta alta, el sector más afectado por el fuego, se construyó un gran salón de usos múltiples, con baños propios, el mencionado montacargas y un ascensor que mejora la accesibilidad.
En la planta baja, se amplió el restaurante, que ahora cuenta con capacidad para más de 100 comensales, y se reconfiguraron los espacios para favorecer un uso más social y fluido.
“Fue una vieja idea mía que finalmente pudimos materializar. Fue un desafío incorporar una estructura moderna junto a un inmueble de estilo Mackintosh, respetando su lenguaje”, destacó el empresario, en alusión al arquitecto escocés Charles Rennie Mackintosh, figura central del movimiento Art Nouveau.
De la pérdida a la oportunidad
Durante el proceso, Rossetti resumió su filosofía en una metáfora:
“Hacemos Aikido: usamos la fuerza del otro. Transformamos una adversidad en una oportunidad para mejorar.”
“En la etapa de duelo yo decía que el dolor que sentíamos se iba a compensar con creces el día que inauguráramos el nuevo Club House. Y eso ya es un hecho”, expresó emocionado.
“Fueron tres años de obras, pero valió la pena. Estoy feliz de ver que pudimos rescatar muchas piezas originales y devolverle a esta casa su espíritu, pero con un diseño actualizado y funcional.”






















