Negocios sin empleados que abren 24 horas y hacen furor en Wall Street

Gimnasios, restaurantes, librerías y supermercados apuestan por locales automatizados. El último grito es PingPod, un negocio en el que se puede jugar al ping pong a cualquier hora del día y donde no hay ni un solo empleado.

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Ayumi se define como nómada digital. El año pasado, dejó Tokio para establecerse en Nueva York. No tuvo que renunciar a su trabajo. Conservó su empleo como asesora financiera de un importante banco de inversión japonés que le permite teletrabajar desde cualquier parte del mundo. Sin embargo, con 14 horas de diferencia entre las dos ciudades, socializar en Wall Street no siempre es fácil. Acudir a un afterwork los jueves por la tarde no es una opción cuando tienes videoconferencias programadas hasta las dos de la madrugada.

Pero Ayumi ha hecho un gran descubrimiento en Wall Street: PingPod. Se trata de unas instalaciones de lujo abiertas 24 horas donde se ha apuntado a una liga de ping pong con otros nómadas digitales que, como ella, se conectan al mundo real cuando el resto de Nueva York descansa. Son Ayumi y sus amigos quienes mantienen vivo el mito de la ciudad que nunca duerme gracias a un negocio que está arrasando en la Gran Manzana, especialmente entre banqueros, gestores de fondos, abogados y profesionales con jornadas maratonianas.

El negocio de PingPod es sencillo: cabinas automatizadas para jugar al ping pong, aunque las salas también se pueden alquilar para hacer una fiesta. Lo sorprendente de este lugar es que solo hay clientes. Ni un solo empleado a la vista. Y, al no tener plantilla, puede abrir las 24 horas sin sobrecostes laborales y sin enfurecer a ningún sindicato. Las cápsulas son transparentes y, como medida disuasoria, todo lo que allí ocurre queda grabado.

Los clientes no saben quién está al otro lado de la cámara. Posiblemente, ni siquiera sea una persona quien revisa las imágenes. Para eso está ya la inteligencia artificial. Por no haber, no hay ni recepción. Todo el espacio del local se destina al alquiler por horas a través de una aplicación: a partir de 36 dólares. Algunas salas tienen sofás, otras gradas y las más pequeñas solo una mesa de ping pong con vistas a la calle. Las puertas se desbloquean con el móvil y una alarma avisa al cliente de que el tiempo se está agotando y es hora de abandonar el establecimiento.

PingPod simplemente ha adaptado a los gustos de Wall Street el modelo de negocio de otra start up: Sharks, una compañía que hace lo mismo, pero con billares. Ahora, PingPod no solo ha comprado Sharks, sino que además ha patentado su tecnología para licenciarla a otros emprendedores o a multinacionales con instalaciones de ocio para empleados.

La idea de locales gestionados tecnológicamente, con una presencia mínima de empleados, tampoco es nueva. Incluso Jeff Bezos probó suerte con Amazon Go, pero el proyecto no terminó de triunfar y la multinacional ha ido cerrando tiendas en EEUU, en lugar de abrir otras nuevas. El secreto del éxito de los dueños de PingPod no es otro que el cambio social provocado por la pandemia. Los clientes ya están listos para este tipo de experiencias en las que solo interactúan con su círculo de confianza.

Y lo cierto es que en Nueva York cada vez es más habitual encontrarse con pruebas piloto de este tipo de sistemas. Para empezar, las propias cadenas de restauración de comida rápida están apostando por modelos en los que el cliente hace un pedido a través de una aplicación y recoge su comida sin contacto con ningún empleado. Toda la plantilla se concentra en las cocinas. En el aeropuerto neoyorquino de LaGuardia, la cadena de librerías y papelería WHSmith abrió su primer local autónomo el año pasado. Curiosamente, utilizando la tecnología de Amazon.

Su funcionamiento es sencillo. Los pasajeros entran al establecimiento a través de unos tornos que se desbloquean con una tarjeta de crédito. Cogen los productos que deseen de las estanterías y el importe total de la compra se carga en el momento en el que abandonan el local (no es necesario pasar los artículos por ninguna máquina registradora).

Esta tecnología también se está probando en los grandes eventos deportivos. Por ejemplo, en el Barclays Center, en Brooklyn, ya se puede comprar bebida y comida utilizando este sistema, aunque aquí todavía no se ha prescindido completamente de los empleados. Se trata de un modelo híbrido.

Otro ejemplo de negocio autónomo que triunfa en Wall Street es el de los gimnasios. La idea es muy parecida a la de PingPod, aunque aquí se trata de compartir la sala de ejercicios con otros deportistas. Cada uno puede asistir con su propio entrenador personal, pero no encontrará empleados a los que preguntar cómo se usa una máquina o pedir que preparen una rutina de ejercicio. Para eso ya está la inteligencia artificial.

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