Se está estudiando un esquema de incentivos económicos en tarifa a aquellos que usen menos energía que el verano pasado

No obstante los principales cortes se aplicarán en la industria, dejando como segunda instancia el segmento residencial

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Ya no hay dudas de que el próximo verano será muy desafiante a nivel energético. Las elevadas temperaturas apenas iniciada la primavera son la antesala de un verano intenso. 

En el sector afirman que las proyecciones satelitales prácticamente confirman un escenario de temperaturas más altas al promedio y lluvias más bajas, lo que afecta a la generación hidroeléctrica.

Si bien está descontado que habrá muchísimos problemas, la idea es eficientizar el uso de recursos y prevenir determinadas situaciones para, al menos, evitar un colapso de apagones masivos.

En los últimos días, llamaron la atención las palabras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, hablando de «cortes programados», lo que hizo recordar a la inédita crisis de fines de los 80′.

A quiénes se aplicarán los cortes de energía

No obstante, fuentes oficiales explicaron que los cortes, en principio, se aplicarían sobre grandes usuarios industriales y no en el segmento residencial.

Para reducir el consumo de los hogares, se está estudiando un esquema de incentivos económicos en tarifa a aquellos que usen menos energía que el verano pasado y posibles penalidades en caso contrario.

Al mismo tiempo, se le pidió a las distribuidoras que informen la capacidad de generación disponible mediante los grupos electrógenos que disponen, para ubicarlos en nodos críticos.

El plan de contingencia también contempla una remuneración adicional para muchas centrales térmicas viejas que estaban a punto de salir de servicio y un uso muy restringido de la energía de edificios públicos tanto nacionales, provinciales y municipales.

La confiabilidad del sistema

Acá el problema, según indicaron fuentes de Cammesa a este medio, es que de los 31.900 MW de potencia con los que se quiere contar para hacer frente a los picos de consumo, 7.500 serían de centrales con más de 40 años. Por lo tanto, el grado de confiabilidad se reduce muchísimo.

Otra de las patas pasa por identificar obras avanzadas del sistema de alta tensión para ver si se puede liberar cierta capacidad en esta recta final.

Ya el back up final luego de tomar todas estas medidas es recurrir a la importación eléctrica de países limítrofes. El desafío es que la gran mayoría debería venir de Brasil (2.000 MW), un país que tiene su matriz volcada en la hidroelectricidad y que está atravesando un fuerte estrés hídrico que no se espera que mejore.

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