Con más de 90 años de historia en la elaboración de vinos, Bodegas Bianchi da un paso estratégico para diversificar su negocio y se suma a la tendencia de bebidas de alta gama: acaba de lanzar su primer whisky Premium. La edición especial, desarrollada junto a The Temple Bar Whiskey Company de Irlanda, es un single malt de 18 años que pasó 15 en barricas de bourbon y culminó con tres años de afinamiento en barricas de malbec Enzo Bianchi, el vino insignia de la bodega. El precio de lanzamiento es de $300.000 por botella y ya está disponible en vinotecas y locales gastronómicos selectos.
“El resultado es un destilado único, donde la herencia irlandesa se fusiona con la identidad vitivinícola argentina”, señaló Pablo Glöggler, CEO de la compañía. La inversión para este desarrollo rondó el millón de dólares y forma parte de la estrategia de la empresa de ampliar su portfolio, que en los últimos años sumó gin, vermut, aceite de oliva y aceto. La producción inicial será de 900.000 botellas, destinadas íntegramente al mercado local, con planes de nuevas ediciones en el corto plazo.
El movimiento llega en un contexto desafiante: según el Instituto Nacional Vitivinícola, el consumo de vino en el mercado interno cayó 13% interanual y las exportaciones retrocedieron 21%. Frente a esta situación, la bodega busca compensar la baja con propuestas innovadoras y alianzas estratégicas, como el reciente acuerdo de distribución firmado con Coca-Cola, que ya les permitió sumar más de 2.000 clientes en seis provincias.
La apuesta también se apoya en un mercado de whisky en expansión: desde el año 2000, el consumo en la Argentina creció alrededor de 6.000%, con ventas que en 2020 superaron los 11 millones de litros. Si bien los segmentos Premium representan apenas un 12% del volumen, aportan el mayor valor económico y proyectan un crecimiento del 52% en los próximos tres años.
De esta manera, Bodegas Bianchi combina tradición y experimentación para reposicionarse en un escenario de consumo cambiante. El whisky, con ADN argentino y elaboración irlandesa, se perfila no solo como un producto de colección, sino como un símbolo de cómo las bodegas locales buscan reinventarse frente a un mercado en transformación.