El acceso a la casa es una experiencia en sí misma, así como todo el proyecto. Por sobre todo, busca fusionarse con el entorno natural, vivir en él y perdurar en el tiempo.
En el diseño se luce un núcleo central, que genera una sensación de continuidad y equilibrio que se expande, y a su vez multiplica las vistas del paisaje.
En el medio del paisajismo, generosas plantaciones se lucen durante todos los momentos del año, manteniendo el suelo con su microbiología activa.
“El espacio se amalgama con la naturaleza y deja que ella sea la verdadera paisajista”.
Quien afirma esto es Carolina Pell, precisamente la paisajista de Shire, un emprendimiento ubicado en Capilla del Señor, provincia de Buenos Aires, que deslumbra por su arquitectura y paisajismo en profunda conexión con la naturaleza.
La casa se llama “Shire”, que en inglés se refiere a una división del territorio en una porción denominada “condado”, un concepto muy común en Inglaterra, que entre nosotros no lo es tanto.
La casa es totalmente autosustentable: genera su propia electricidad, su calefacción, y reutiliza agua de lluvia para el riego de la huerta y el jardín.
Un valor simbólico
En medio del pastizal pampeano, en un barrio de chacras que alguna vez fue una estancia, esta casa redefine el concepto de sustentabilidad.
El punto de partida de Shire fue la forma de un mandala: un círculo central como punto de partida desde donde se irradian ejes hacia todo el lote, y van intercalando su uso. Así, la geometría se aplica al diseño del paisaje y resulta sumamente evocador.
La arquitectura, moderna y circular, invita a reflexionar sobre la armonía con el entorno y actúa como eje de un diseño paisajístico que celebra la biodiversidad y la funcionalidad.
La reutilización de recursos, como el agua de lluvia, y la integración de espacios para producción de alimentos con huerta y frutales refuerzan la idea de autosuficiencia.
En lo alto, el verde
Con patrones geométricos presentes en la naturaleza (como la proporción áurea), los techos verdes reducen la carga térmica y ralentizan la infiltración de las lluvias. Desde el centro nacen ejes que estructuran el diseño del lote. Estos trazos, que irradian desde el hogar, organizan espacios dedicados a pastizales nativos, huertas, frutales, lugares para estar y una biopiscina. Los pastizales, semilleros de la flora autóctona, se transforman en corredores biológicos que promueven la biodiversidad, ofreciendo refugio para la fauna local.
Gesto naturalista
Un patio interno –custodiado por árboles, gramíneas y plantas nativas en tonos de amarillo y violeta– se convierte en un refugio para aves e insectos. El diseño paisajístico incluye plantaciones naturalistas, dominadas por especies nativas, no solo aportan color y textura al paisaje, sino que además atraen polinizadores específicos, mariposas e insectos benéficos, primando así el concepto de ecosistema por sobre todo.
Libertad para crear
Según Pell, la libertad que le dieron los dueños de casa para trabajar fue un lujo, y esta quizá sea la clave para lograr integrar la ecología con el diseño de comunidades vegetales “artificiales”, estéticas pero de bajo mantenimiento. El punto de partida fue la arquitectura, a cargo de Matías Mosquera, de Atelier M.
Culminado en 2023, el proyecto recibe el nombre de Shire y cada rincón del paisajismo expresa un compromiso con la sostenibilidad y con la armonía con la naturaleza.
Las especies elegidas cumplen funciones ecológicas y requieren poca agua y mantenimiento, son ideales para un entorno que busca minimizar su impacto ambiental”, explica la paisajista.