Las elecciones presidenciales de 2024 aún no están decididas

El intento de asesinado de Donald Trump puede no cambiar muchos votos en una nación muy polarizada.

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GIDEON RACHMAN

Una de las declaraciones más famosas de Donald Trump se produjo en 2016: «Podría pararme en medio de la Quinta Avenida y disparar a alguien, y no perdería ningún votante».

Esa broma siempre contuvo un cariz de verdad. El núcleo de seguidores de Trump es increíblemente leal, y se aferra a su héroe a pesar de los 91 cargos penales y las numerosas declaraciones violentas o vulgares que habrían acabado con las carreras de políticos más convencionales.

Pero aunque «disparar» a alguien podría no hacer perder votantes a Trump, ya se especula con que el hecho de haber sido disparado y herido levemente podría inclinar decisivamente las elecciones presidenciales a su favor. Tras el intento de asesinato de este fin de semana, los mercados de apuestas se inclinaron a favor de Trump. Nate Silver, decano de los analistas de encuestas, cree que «esto, como mínimo, hace que Trump gane muchas más simpatías». Piensa que al gran número de estadounidenses a los que no les gusta ninguno de los candidatos «puede resultarles ahora más fácil decantarse por Trump».

Un político normal podría esperar ganar un importante voto de simpatía tras sobrevivir a un intento de asesinato. Pero Trump es una figura muy polarizadora. Es poco probable que millones de votantes que dicen «nunca a Trump» se conviertan en «trumpistas», por muy horrorizados que estén por el vil intento de asesinato. Así que el temor que algunos demócratas expresan en privado de que las elecciones «se han acabado» es demasiado fatalista.

La cohorte de votantes indecisos en EEUU es pequeña. Algunos pueden sentirse inspirados por la bravuconería con la que Trump ha despachado un atentado contra su vida. Pero otros podrían sentir inquietud si se muestra demasiada rabia en la convención republicana de esta semana en Milwaukee, donde se supone que Trump aceptará la nominación de su partido.

Mucho dependerá de cómo interprete el propio Trump las cosas en su discurso de aceptación. Su primera respuesta en las redes sociales fue un llamamiento a la calma y a la unidad nacional. Mantener ese mensaje sería un acierto para su campaña y para el país. Si Trump da rienda suelta a su gusto por la retórica divisiva sobre la venganza, avivará las pasiones y podría ahuyentar a algunos votantes indecisos.

La campaña de Trump utilizará sin duda el intento de asesinato para insistir en dos temas clave de la campaña: la fuerza y el victimismo. Sin embargo, la venganza también es un tema favorito de Trump al que le resulta difícil resistirse. El año pasado dijo en un mitin político: «Soy vuestro guerrero. Soy vuestra justicia. Y para aquellos que habéis sido agraviados y traicionados, yo soy vuestra venganza».

Los lugartenientes de Trump ya culpan a los demócratas del atentado contra su vida. El senador JD Vance, de Ohio, ampliamente señalado como posible compañero de candidatura de Trump, ha acusado a la campaña de Biden de crear un clima político tóxico que «condujo directamente al intento de asesinato del presidente Trump».

Trump junto a su candidato a Vicepresidente

El sentimiento de victimismo entre los republicanos es probablemente sincero en algunos aspectos. Ex asesores de Trump como Steve Bannon y Peter Navarro cumplen penas de cárcel por negarse a declarar ante el Congreso. Trump sigue a la espera de sentencia por la compra del silencio de una estrella del porno.

Pero la afirmación republicana de que los demócratas han fomentado la violencia política es también un esfuerzo calculado para cerrar el tema principal de la campaña de Biden: que Trump es un aspirante a dictador y una amenaza constante para la democracia estadounidense.

Esa táctica puede poner en aprietos a los demócratas durante un tiempo. El equipo de Biden retiró sus anuncios de campaña inmediatamente después del tiroteo. Sin embargo, sería poco realista esperar que los demócratas abandonaran su argumento central durante el resto de la campaña. El hecho de que alguien intentara matar a Trump no significa que su intento de subversión de las elecciones presidenciales de 2020 nunca ocurriera, o que ahora sería injusto mencionar el asalto al Capitolio por parte de partidarios de Trump el 6 de enero de 2021.

De hecho, es crucial comprender las diferencias entre los sucesos del 6 de enero y el atentado contra Trump del pasado fin de semana. En ambas ocasiones murieron personas inocentes. Pero el 6 de enero, la turba que atacó el Capitolio fue alentada por el propio Trump. En cambio, Biden y su equipo nunca han incitado a la violencia ni se han negado a aceptar el resultado de unas elecciones.

La mayoría de los estadounidenses ya han tomado una decisión sobre el asalto al Capitolio y sobre Trump. Es poco probable que el intento de asesinato del fin de semana altere esos juicios.

En cambio, el debate televisivo del mes pasado entre Trump y Biden sí presentó información nueva para millones de votantes. La actuación desastrosa de Biden puso de relieve las dudas sobre su idoneidad para otros cuatro años de mandato. Biden, alentado por su familia y su círculo íntimo, se resiste a las llamadas a hacerse a un lado en favor de un candidato más joven y agudo. Esas peticiones se multiplicaron antes del atentado contra Trump.

La campaña para sustituir a Biden como candidato demócrata puede perder impulso ahora, ya que el presidente y sus leales argumentan que no es el momento de provocar otra conmoción al sistema estadounidense. Pero a los demócratas se les acaba el tiempo y no pueden permitirse abandonar el tema. Sólo faltan cinco semanas para su propia convención en Chicago.

Es la enfermedad de Biden, más que el intento de matar a Trump, lo que todavía parece el factor decisivo más probable en las elecciones de 2024.

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