Según las Naciones Unidas, formalmente desde 1992 el desarrollo sustentable es definido como el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la resolución de las necesidades de las futuras generaciones.
Entender por qué empezamos a hablar cada vez más de sustentabilidad en la actualidad, necesariamente invita a mirar hacia atrás.
La expansión entre 1980 y mediados de los 2000 con alta rentabilidad de la soja (por lo menos en la región pampeana tomada de referencia), significó una fuerte tendencia al monocultivo y falta de rotación y de combinación entre ciclos agrícolas y ganaderos. Este escenario repetido en el tiempo comenzó a traducirse en empobrecimiento de los nutrientes del suelo, poco rastrojo en superficie fomentando la erosión hídrica y eólica, e incidencia de malezas cada vez más resistentes a los agroquímicos. Resultado: bajo rendimiento en los cultivos.
A esto se suman las críticas a las semillas modificadas genéticamente como perjudiciales a la salud a largo plazo, las críticas al glifosato acusándolo de peligroso para la biodiversidad y contaminante de suelo y agua. Y los informes de la ONU sobre la desforestación, el calentamiento global y la emisión de gases a la atmósfera.
Pensando en rendimientos actuales, y en futuras generaciones en cuanto a la explotación de recursos, nos encontramos hoy con:
• La necesidad de encontrar alternativas sostenibles de producción agrícola para reducir la huella de carbono y conservar las propiedades de la tierra.
• Programas como el de América Agro fomentando Buenas Prácticas Agrícolas mediante una bonificación económica en principio para quienes realicen rotación de cultivos (luego se sumarán otras prácticas como pulverización responsable, fertilización y siembra por ambientes, sistematización por terrazas y producción).
• Un cambio importante en la conducta de los consumidores de alimentos. La demanda de productos agroecológicos u orgánicos.
• La necesidad de descommoditizar los commodities a través de la tecnología Blockchain, con la proporción de datos que no se pueden modificar de trazabilidad, seguridad, y descentralización relacionados con el origen de los alimentos. De esta manera el consumidor puede elegir entre un producto y otro, y hasta estar dispuesto a pagar más por su elección.
Tal vez es todo este panorama, sus consecuencias y su impacto a nivel mundial económico, político, social y ecológico, el que ha llevado a empezar a pensar en términos de sustentabilidad en determinadas prácticas.
Si bien hace años que se habla de contaminación ambiental, calentamiento global, agujero de la capa de ozono y sus consecuencias; incendios, inundaciones, olas de frío o de calor o extinción de especies, tal vez es momento de que el término sustentabilidad deje de ser sólo «cualidad de sustentable» y se vuelva una forma de producir en el agro, la ganadería y la producción de alimentos, para esta y las generaciones venideras.